La siguientes son los elementos y las características de este estilo que en lo personal me agrada mucho por su innovación y el manejo de su interior y exterior...
Planta
Planta
La planta típica de una iglesia
románica es la basilical latina con cuatro, tres o cinco naves y crucero de
brazos salientes. En el testero o cabecera, que siempre mira a oriente, se
hallan tres o cinco ábsides semicirculares de frente o formando corona, llevando
cada uno de ellos tres ventanas en su muro. Y en los pies o entrada del templo
se alza un pórtico o nártex flanqueado por dos torres cuadradas. Pero así como
las iglesias rurales o menores sólo constan de una sencilla nave y un ábside
sin crucero saliente y sin torres junto a la portada, así las mayores sobre
todo, las de grandes monasterios o los santuarios visitados por numerosas
peregrinaciones suelen ofrecer muy amplio el transepto y crucero, como también
tienen prolongadas las naves laterales en torno a la capilla mayor
constituyendo la girola o nave semicircular que da paso a diferentes capillas
absidiales, abiertas en torno de ella a modo de corona. Algunas iglesias tienen
los brazos del crucero convertidos en sendos ábsides que con el central forman
una especie de gran trifolio. Las iglesias de templarios y de otras órdenes
caballerescas afines se hallan, por lo común, sobre planta poligonal o circular
y son de escasas dimensiones.
Elementos de la Planta
Contrafuertes
Los soportes característicos de
un edificio románico, son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte
adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar
los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas
(servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al
exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides
aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros
están formados de sillarejo o de sillares desiguales con poca regularidad en
las hiladas.
Pilares
El referido pilar monta
ordinariamente sobre un zócalo cilíndrico o de poca altura y se compone de una
pilastra simple o compuesta que lleva adosadas a cada frente o a alguno de
ellos una o dos columnas semicilíndricas (o en vez de éstas, otras pilastras
más estrechas) con objeto de dar pie a los arcos formeros y a los transversales
o fajones. Dichas columnas tienen basa y capitel igualmente adosados al núcleo
central prismático. Hay también columnas exentas y pareadas, de dos en dos, o
de cuatro en cuatro pero no se hallan de estas formas ordinariamente sino en
los claustros, pórticos, galerías y ajimeces.
Los capiteles románicos ofrecen
especial interés por lo variado de sus formas y por las curiosísimas labores
con que suelen decorarse. Algunos de ellos conservan reminiscencias clásicas de
sabor corintio degenerado pero en su gran mayoría se forman de un grueso prisma
o de un tronco piramidal o de cono invertido en cuyos frentes lleva esculpidas
labores geométricas entrelazadas o motivos vegetales que en forma de hojas le
rodean o asuntos simbólicos e históricos. Va coronado el capitel por un ábaco
grueso, denominado cimacio, el cual se halla casi siempre decorado con molduras
u otros ornamentos propios del estilo y frecuentemente lleva por su parte
inferior una serie de modillones cuadrados que parecen almenas. En las columnas
geminadas o yuxtapuestas suele cubrir el ábaco a todo el grupo de ellas uniendo
así sus capiteles.
Las bases de las columnas tienen
la forma toscana o ática pero con el toro inferior ancho y aplastado y suelen
llevar en las enjutas o ángulos del plinto una figurilla caprichosa o bien una
garra que aparenta sujetar con el plinto la moldura curva o toro que en él
descansa. En el siglo XII se ornamentan frecuentemente las basas con diferentes
labores propias del estilo lo cual ya se usó alguna vez en la arquitectura
visigoda (y mucho más en la romana) según se observa en la iglesia de San Pedro
de la Nave.
Elementos de la Columna Románica
Arcos
Los arcos de construcción se
apoyan inmediatamente sobre el referido ábaco y son de medio punto o peraltados
y casi siempre dobles o triples, es decir, que cada uno de ellos consta de dos
o tres semianillos adheridos uno debajo de otro siendo más ancho el de encima.
Cuando se adorna con molduras propiamente dichas, se denuncia la segunda época
del estilo y se presentan ellas en forma de un baquetón grueso, bordeando la
esquina del arco. Propio asimismo de la segunda época (siglo XII) es el arco
apuntado, también llamado ojival, que a veces se halla en edificios románicos
como medio constructivo para disminuir el empuje lateral (sin que por esto sea
indicio de estilo gótico si falta la bóveda de crucería) y nunca como
ornamento. Se hallan, no obstante, en algunos edificios románicos, influidos
por la arquitectura arábiga, arcos lobulados y entrelazados, ya ornamentales,
ya constructivos. Pero estos últimos sólo en arcadas de claustros o en obras
equivalentes.
Arco de Medio Punto
Cubierta Interior
Cubierta Interior
CUBIERTA INTERIOR CON BÓVEDA DE CRUCERÍA
La cubierta interior de las naves
y estancias diferentes consiste por lo general en la bóveda de medio cañón —a
veces, apuntada como los arcos— para la nave central; de arista o de cuarto de
cañón para las laterales y de concha o de cuarto de esfera para los ábsides,
alzándose sobre el crucero una cúpula poligonal apoyada en trompas (a estilo
persa) que se colocan en los ángulos o rincones resultantes del encuentro de
los arcos torales. Dichas trompas se constituyen por una bovedilla semicónica o
por una serie de arquitos en degradación que hacen el mismo oficio. Algunas
veces, según la escuela a que pertenezca el edificio, la nave central lleva
techumbre de madera o carece de cúpula o por el contrario, la tiene
verdaderamente esférica y elevada sobre pechinas a estilo bizantino. La
dificultad y la diferencia mayor que se hallan en estos edificios estriban en
el problema de combinar el abovedamiento de todas las naves con la iluminación
suficiente de la central y, además, en dar al crucero o al encuentro de las
naves un equilibrio muy estable y una cubierta proporcionada: las soluciones
varias que se dan a este doble problema constituyen las diferencias principales
de la escuelas arquitectónicas del estilo románico.
Bóveda de Crucería
Cubierta exterior
La cubierta exterior o tejado
insiste sobre las bóvedas mediante una armadura sencilla de madera que se apoya
en ellas, pero en el siglo XII se hace independiente esta armadura y es
sostenida sólo por los muros para no cargar de peso las bóvedas y cúpulas.
Sobre la cúpula poligonal del crucero se eleva una linterna prismática ya
formando cuerpo con ella, ya estando independiente a modo de domo. Dicha
linterna se termina por una cubierta piramidal, semejando el conjunto una torre
de base ancha y poca altura que, a veces, ejerce también funciones de
campanario.
Iglesia de San Martín de Fromista
Puertas y ventanas
Las puertas se hallan formadas
por una serie de arcos redondos concéntricos y en degradación apoyados en
sendas columnillas de suerte que todo el conjunto forma una especie de arco
abocinado y moldurado contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor del
muro que suele formar allí un cuerpo saliente. Algunas portadas carecen de
dintel y de tímpano pero por lo general se hallan provistas de uno y otro y
entonces se esculpen sobre el último relieves simbólicos o iconísticos y a los
lados de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco abocinado se
disponen variadas series de labores ornamentales en relieve, flanqueándose, a
veces, con estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas.
Las ventanas se abren casi
siempre en la fachada y en el ábside y algunas veces en los muros laterales.
Son bastante más altas que anchas y terminan por arriba en arco doble,
generalmente plano o de arista viva apoyado sobre columnitas como las de la
portada y cuando estos arcos se rodean de molduras finas o baquetones o bien
las ventanas han dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la segunda época
del estilo. Hay también ajimeces, óculos y pequeños rosetones, correspondiendo
estos últimos al último periodo.
Se cierran las ventanas con
vidrieras incoloras o de color en algunas iglesias suntuosas o con láminas
traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con simples celosías de piedra
perforada y en las iglesias pobres con simples telas blancas enceradas o
impregnada con trementina. De aquí que hayan de ser poco extensas las ventanas
de esta época (lo mismo que en la precedente) hasta que se fue ensayando y
generalizando el uso de grandes vidrieras.
Puerta Románica
Cornisas
Las cornisas, lejano recuerdo de
los clásicos arquitrabes forman como una imposta corrida sobre pilastras y
muros y a continuación de los ábacos de los capiteles y adornan el frontispicio
colocadas encima de la portada o debajo de las ventanas. Llevan adornos y
molduras y a menudo (al igual que el frontón y el alero o tejaroz, que también
son cornisas) están sostenidas por canecillos o por series de arquitos ciegos.
Cornisa Románica
Ornamentación
La ornamentación típica del
estilo románico se manifiesta principalmente en las cornisas, arquivoltas,
capiteles, puertas y ventanas y consiste en un conjunto de líneas geométricas
quebradas o en sisas, billetes, ajedrezados, dientes de sierra, puntas de diamante,
lacerías, arquerías o arquitos ciegos, rosetoncitos, follaje serpenteante y
otros motivos vegetales siempre estilizados o con escasa imitación de la
naturaleza. También se utilizan los relieves y estatuas iconísticas, los
mascarones o canecillos, los bestiarios (monstruosas figuras de animales) y los
relieves simbólicos.
Se decoraban los muros interiores
con varias pinturas de dichos motivos y de escenas religiosas o bíblicas y los
pavimentos alguna vez con mosaicos. Por regla general, se halla íntimamente
unida con la estructura en los edificios románicos su decoración escultórica,
de modo que sirva ésta para acentuar los miembros más salientes de aquélla y no
sea como vestidura postiza del edificio. No obstante, se observan en algunos
edificios esculpidas varias figuras de monstruos como aplastados por las basas
de las columnas o de relieve en el zócalo de las fachadas con idea
evidentemente simbólica o moral ya que no la tienen arquitectónica.
Esculturas
Estructura
La estructura general de una
iglesia románica puede inferirse de lo dicho sobre la planta, soportes y
bóvedas. Sólo falta advertir que toda la composición interior se acusa
exteriormente por los contrafuertes que señalan los tramos de la planta.
Asimismo, por las impostas corridas que indican las divisiones de la alzada.
Por las ventanas y arquerías, que responden a los triforios interiores o a sus
equivalentes y a las diferencias de altura en las naves, etc.
En las fachadas bien dispuestas
se advierte una gran cornisa sostenida por canecillos sobre la portada, una o
tres ventanas o un rosetoncito en lo alto, dos o tres series de arquerías
ciegas a diferentes niveles y un frontón o piñón bordeado por una cornisa en el
término superior del muro.
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